El Aprendizaje

El proceso de aprendizaje dura toda la vida. Las distintas impresiones se registran en el cerebro, aunque solo somos concientes de una pequeña parte de ellas. Se ha logrado estimular la memoria de una persona introduciéndole un electrodo en el cerebro. Cuando el electrodo se introduce de nuevo exactamente en el mismo lugar, se repite el mismo recuerdo otra vez. Esto nos demuestra que nuestros recuerdos siguen intactos. Ciertos actos de nuestro comportamiento son instintivos, por ejemplo, la succión del dedo por parte de los niños pequeños. Pero la mayoría de nuestras reacciones son un comportamiento aprendido, aunque, a veces en una edad tan temprana que nos parece innato.

Durante los primeros años de nuestra vida aprendemos a hacer muchas cosas con ayuda de nuestros músculos: coger objetos, arrastrarnos por el suelo, andar, etc. Aprendemos a coordinar los movimientos de los diferentes músculos y con el tiempo, logramos realizar una serie de movimientos complicados, por ejemplo, conducir un auto o operar una computadora. Aprendemos un lenguaje, es decir a comunicarnos por medio de signos. El conocimiento de la lectura y la escritura nos facilita aprender muchas cosas nuevas con rapidez y exactitud.

El aprendizaje contribuye a configurar toda la personalidad. En la infancia aprendemos normas y criterios sociales, del mismo modo que descubrimos nuevas sensaciones y nos acostumbramos a un modo de reaccionar. Todo aprendizaje en el fondo se rige por los mismos principios: lo aprendido queda en nuestro cerebro y es estimulado luego de idéntica manera. A menudo nos sorprende observar que una persona cometa el mismo error una y otra vez; esto puede ser la consecuencia de un aprendizaje emocional de la infancia, por ejemplo, en el caso de un hombre que se siente atraído por un determinado tipo de mujer, pese a que no le resulte conveniente. Es de sobras sabido que la repetición refuerza el aprendizaje; sin embargo, no es conveniente repetir una cosa infinidad de veces, ya que cada repetición tiene menos fuerza que la anterior. Tampoco resulta útil intentar aprender algo perfectamente bien, hasta conseguir el 100% de conocimiento, puesto que se ha demostrado que si interrumpimos el aprendizaje antes de haberlo aprendido todo, tiene lugar un aprendizaje automático posterior, en el sistema nervioso, con lo cual se consigue un mayor rendimiento de la memoria.

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